sábado, 19 de septiembre de 2009

¡La vida en un salón de clases... es más que amor, teoría!


Desde hace algún tiempo, mis pensamientos son conceptualizados, enmarcados en las teorías de los autores que he visto durante mi carrera, así se pierde el encanto de lo que te rodea para darle una etiqueta, creada con la intención de cambiar el mundo. La gente deja de ser gente, para ser tratada como individuo y sujeto, el mundo de placer y gusto, se convierte en una monstruosa máquina, que manipula al hombre, para venderlo y explotarlo, ahora todo somos mercancías, y¿ la culpa de quién es?, grita un profesor exasperado porque sus alumnos no le presta la merecida atención: ¡Muchachos es del capitalismo!, acaso no lo ven, si es que está de antiojistos, ya no puedo bajar más el nivel, esto es lo más bajo que puedo llegar para que me entiendan.

En ese instante me desoriento, perdiendo la noción de lo que quiere decir con nivel, y me pierdo en la vista del Ávila, que se enjaula en las ventanas de mi salón de clases, así pierde el sentido la cosificación de la que habla Habermas, y la razón instrumental se desmaya por mi desdén. De repente mi abstracción se desmorona ante una pregunta tajante del Profesor: ¡JAMES!, ¿dígame que es la acción comunicativa, según el autor?, se forma el silencio, y en el momento mi mirada, va de un lado a otro buscando respuesta, ante la falta de conocimiento, me refugio en la ignorancia, bajo la mirada y hago que no es conmigo la pregunta.

Así comienza a surgir la desconfianza entre lo que estudio y lo que siento, Karl Marx señala que nuestra conciencia no es la que determina nuestro ser, sino el ser social lo que determina nuestra conciencia, en pocas palabras, no somos dueños ni creadores de nada, en ese momento caen los conceptos de plusvalía, proletariado, capitalismo, lucha de clases, fetichismo de la mercancía entre otras, todo va dirigido para obligarme a ver una realidad, que corre acompañando el fracaso de la humanidad, se supone que todo ello debe conmoverme, y hacerme cambiar, pero todo me es tan ajeno, tan fuera de sí, es evidente no creo en las utopías, no creo en los cambios, el hombre no puede desprenderse de sí mismo, para ser simplemente la cosa modificada, por el escultor de mando. Weber, con el espíritu del Capitalismo, Durkheim con el suicidio, Goffman con su artística forma de entender al hombre a través de la máscara y la fachada…

La verdad no me importan sus teorías, y su afanosa manera de ver la realidad, no quiero encasillar la vida a un marco teórico, me rehúso a entender la esencia de las cosas, con la visión sofistica y erudita de otros, probablemente, algunos pueden pensar, que ya estoy perdido, que el sistema me ha alienado de tal manera que no tengo reparo, todo es posible en este mar de contradicciones que nos rodea.

Yo no quiero ahogarme en sus ideas, a diario observo la rabia, el amor, el rencor, la sabiduría, en las miradas de la gente, en su forma de sentir lo que poseen, y esa manta entrelazada de emociones que teje el hombre, y en donde todo importa, y todo vale, (en este momento no me refiero al valor de costo) sino a ese valor que en el espejismo abrumante y febril borda la vida, el objeto, la cosa rota, lo viejo, el juguete de la niñez, la fotografía guardada, la carta escondida, la dedicatoria de una amiga, los lugares, el café de la tertulia, el bar del despecho, la calle del primer beso. Todo visiblemente material, imágenes vendidas por el sistema. Sentimientos de supermercado, enlatados y listos para comer. Es más que eso señores, creo en todo, creo en el lápiz que ayudo a mi formación, el cual tuvo un costo. Creo en el valor de la mercancía de una forma delirante y poco clásica.

A mi edad, comienzo a entender y desdibujar lo cierto. No pretendo cambiar el mundo y sus múltiples concepciones de vida, no pretendo buscar la paz mundial, no quiero adoctrinar a la gente, y hacer que todos griten mi nombre, como si fuese un salvador. Yo sólo quiero ver y entender un mundo secreto, aquel que va de recuerdo en recuerdo, el mundo que se esconde en las miradas perdidas. Es a ese mundo al que pertenezco.

Admito ser egoísta, perdón quise decir admito ser humano.

Dedicado a todos aquellos que luchan con devoción por aquellos que no tienen nada, menos mal existe gente como ustedes, en este mundo plegado de humanos.

Después de todo aun sigo vivo, y aun late mi egoísmo…

Con respeto y cuestionada admiración al profesor que siempre me nombra, por un nombre que no es el mío, Sr. Humberto Daza.

1 comentario:

MR dijo...

Solo dire: I am because we are...

¿Quién es James Capafho?

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Caracas, Venezuela
No hay nada más importante en mi vida, que escribir y dar a conocer, ese mundo que existe, en cada historia, en cada cuento, y en cada una de nuestras palabras, que pierden la monotonía, por el solo hecho de contarlas.

Agradecimientos



Quiero darles las gracias a todas aquellas personas que han formado parte de mi vida, desde la señora que me cuidaba y hoy no recuerdo su nombre, hasta el señor de las mil preguntas, con sus mil y una respuestas, a todos esos seres que se borraron en el intento. A la abuelita del aeropuerto del Dorado en Bogota, que sin conocerme me auguró un futuro de prosperidad.







Agradezco a esas personas que existieron y luego volaron a otro nivel, pero que antes de partir me brindaron instantes llenos de emociones. A todos aquellos que me remplazaron por otros y a todos aquellos que yo reemplace. A los que me olvidaron y hoy ni siquiera saben mi nombre y a los que yo olvide, con el transcurso del tiempo.







Agradezco a los que me apoyaron desde muy lejos, y hoy en la lejanía del fin del mundo, siguen confiando en mi, deseándome lo mejor. A los que siempre estuvieron y seguirán estando en mi vida de manera perdida, a los que se fueron un día y nunca volvieron, a mis ex amigos, a mis ex compañeros de clases, a mis ex profesores. A las risas, a las burlas, a los chistes sin sentido, quiero que sepan que todo valió la pena, y que todo tenía y debía pasar.







Agradezco a todas esas personas que me quisieron, a los que me quieren y a los que me querrán. A ustedes mis nuevos amigos, que entran en mi vida, para conformar mi presente. Sean todos bienvenidos, que la vida comienza cada cierto tiempo y se reinventa cada vez que lo necesita.



A todos ellos gracias, por contribuir a mi evolución ayudándome a buscarle aquel sentido critico que tiene la vida, y que antes no sabia, fueron ustedes el escalón para llegar. Somos parte de esos momentos, momentos infortunados y felices.



Antes de terminar:



Quisiera retribuirle de alguna manera todo mi afecto, a ese ser que si existió, y que de repente, dejó de estar en mi vida de forma física, para convertirse en un ente especial que sólo yo puedo percibir, gracias por ayudarme a comprender que a veces los seres que más amamos se encuentran con nosotros de manera ausente. Donde quieras que estés, este libro es para ti.







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PRONTO... MIL JUEGOS UN CASTIGO escrito por James Capafho