martes, 18 de marzo de 2008

Fragmento de Mil juegos un castigo


Lo que guarda una casa grande

Mientras observo un programa de televisión en donde anuncian los muertos de la semana, me doy cuenta que la escalada de violencia en mi país crece y se extiende sin que nadie pueda hacer otra cosa que lamentarse y hacer estadísticas. Me escondo en esa imágenes que atrapan mis ojos, para remontarme al pasado, sin darme cuenta mis ojos dejan de ver, mi mente se llenas de olores, y colores, ahora todo es distinto, los recuerdos atrapan mis sentidos y el ayer cobra fuerza, y nuevamente me encuentro en la casa grande, sus largos pasillos de tierra hacen que todo el mundo corra por todos lados, tiene escalones que dan la entrada o salida de alguna habitación, su forma se basa en altibajos, tal vez ese sea el mismo carácter de la familia que la habita, a menudo alguno de sus miembros susurra – Esta casa me da miedo, a veces siento que me habla, es tan grande que me asfixia.-
La casa de la familia Razetti, la más grande del lugar, la que tiene bosques propios, la casa que manda a medio pueblo, la que todo el mundo envidia, pero que nadie desea tener. Es la casa solitaria, se encuentra al final del camino, después de recorrer dos montañas y media, rodeada de tanto verde, que tiende a confundirse, por las noches muchos han asegurado que la sienten respirar, guarda muchos secretos, sus paredes están tapadas por cuentos. La casa madre, como bien lo diría la nonna en uno de sus celebres discursos de angustia, cuando el tío Ángello se perdió. Nunca nadie supo de el, la tierra abrió su inmensa boca para tragárselo, pero eso al igual que muchos otros cuentos, aún siguen estando censurados, en memoria de la ya fallecida nonna, que después de muerta aún sigue ejerciendo sus influencias, para evitar que lo trapos sucios salgan a la luz, aquí todo se lava en casa. El nonno Paulo jamás pronunció palabra del hijo perdido, la nonna se limito a llorar a su hijo detrás de de la paredes, tratando de esconderse hasta de si misma, aunque eso nunca fue suficiente, santiago la expiaba en sus lamentos, y en algunas ocasiones contaba del uno al cien, para saber cuanto números pasaban de quebranto en quebranto. De alguna forma le reconfortaba, saber que no era el único que sufría en esa casa.
Santiago despierta todos los días a la misma hora, ocho de la mañana, inmediatamente va a desayunar, le encanta quedarse con su pijama, aunque la liga del pantalón esta muy estirada, da dos paso, y debe recogerse el pantalón, sentado en la escalera principal de la casa, observa el mundo, y el mundo lo observa a él. Pronto cumplirá cinco años, y la edad ha hecho estragos en su dentadura, pues le hacen falta casi todos los dientes delanteros, tiene una mirada triste, que tiende a esconder en esos ojos marrones; hace meses que no lo llevan al barbero, y su cabello castaño oscuro ha crecido de tal manera, que si una aguja caen en su ondulante cabellera, sería mejor darla por perdida. No es gordo, tampoco flaco, mucho menos atlético, sus rodillas dan fe de mis palabras, tiene más raspones que piel, su primo Claudio a menudo suele burlarse de su forma de caminar, ya que sus pies no están totalmente derechos, cuando camina los dobla hacia dentro, haciendo reír a más de uno su paso. En estos últimos meses ha sufrido por no poderse comer las uñas, que ese, bien podría ser su pasatiempo preferido, pero sin dientes, vaya que es un problema. Santiago nada diestro en los deportes, ni en las cosas normales para niños, no encuentra como desenvolverse, así que prefiera imitar a los adultos, tanto en sus gesticulaciones como en sus palabras, en la mayoría de los casos no sabe que es lo que dice, pero suena bien, y de alguna forma ha tenido éxito, a menudo comentan – Que extraño es este niño, porque sé comporta como un adulto, no le gusta jugar, y se la pasa de arriba abajo con un cuaderno y un libro. La nonna la interrumpe – Y eso que aún no sabe leer ni escribir, hay que llevarlo al doctor, ya me tiene preocupada, ¡Te imaginas que paré loco!...
Después de pensar en que sería el día de hoy, de anotar los días transcurridos, y de contar una y otra vez lo días que faltaba para que llegará su mamá, de la capital. Podríamos decir que Santiago aprendió a contar por nostalgia, por aquella necesidad que le impuso el derecho de saber, cuánto tiempo era el que tenía que esperar para ver a su mamá, cuando estaba triste pensaba en los días que faltaba, cuando estaba feliz pensaba en los días que faltaba, no había otra motivo para que dejará de pensar en su madre, y lo feliz que era, cuando la veía entrar a la casa grande.

Fragmento de Mil Juegos un castigo.
Autor: James Capafho

Mil Juegos un Castigo


Prólogo

Hablemos de la vida, del pasado y de nuestras fantasías, inventemos un mundo único, olvidémonos de las reglas, diariamente no saltamos las normas, nos burlamos de las leyes, sabemos que existen, y aún así jugamos a no saber, a no entender, a no comprender.

De niños el mundo y sus historias son diferentes, trastocadas por el dulce sabor de la infancia, a los cuatro años de edad, el mundo se nos viene abajo por no tener el juguete que deseamos, en ese momento lloramos, pataleamos, y odiamos a nuestros padres, no entienden nuestra necesidad, y lo vital que significa tener ese juguete en nuestras manos.

Con el pasar del tiempo nuestro carácter comienza a moldearse, el horizonte se agranda de un momento a otro, descubriendo cosas y seres que antes no estaban en el panorama.

El cielo comienza a despejarse, y tus grandes aventuras, hoy se ven minimizadas a travesuras sin sentido, algunas te causan risa, otras te dan pena. Sin embargo fueron esas aventuras, quienes encaminaron tu carácter y tu forma, en cierta parte, eres quien eres, gracias a tus juegos, a tus vivencias, a tu mundo de fantasías, a tu amigos secretos e invisibles, que ningún adulto pudo comprender, y que tal vez en este momento no quieras admitir que existieron en tu mente, reniegas de ellos.

En ocasiones mi querido lector le damos más importancia al que dirán, que a lo que sentimos, y cuando volteamos atrás y vemos el pasado, cerrado con llave, nos embarca un terrible sentimiento de lo que un día fue, y ya no es. Esos seres que existieron y hoy ya no están con nosotros. Todos sin ningún tipo distinción somos una gran bienvenida, y todos con mucho dolor somos una gran partida.

Santiago es el niño que todos escondemos, él que mira hacia la puerta, buscando lo que ya no está, el de la mirada perdida, el que se queda dormido en el salón de clases, y sueña con dragones y brujas. Un niño que termino perdido en los años, porque fue creciendo y cerrando puertas y ventanas, para que nada de las cosas malas que le habían sucedido lo alcanzaran, pero sin darse cuenta también le fue cerrando las puertas y ventanas a todas esos momentos felices, a esa caras llena de sonrisas. Tendemos a tener tanto miedo por lo negativos que arrasamos con todo lo que se encuentra a nuestro paso, con tal de no saber nada. Un día uno de esos seres que ya no existen en el plano terrenal me dijo: - No puedes dejar los recuerdos, ellos siempre van a estar allí detrás de ti, esperándote, son tus raíces…”y aquel que olvida sus raíces, es como el árbol caído está destinado a morir”. Años más tarde comprendí lo que me quería decir, por eso decidí escribir este libro, también me enteré que esa frase no era suya, sino de algún poeta anónimo.

James Capafho

lunes, 17 de marzo de 2008

"Realidad Anestesiada"


“Realidad, realidad: escribamos la verdad de las miserias sociales, realidad, realidad, queremos ver al mundo tal cual es; la sociedad tal cual es; inhumana, corrompida, escéptica, cenagosa, fangosa. ¡Realidad, realidad!”.

Benito Pérez Galdós



¿Cómo hablamos de un secuestro?, ¿Cómo se llora en entre líneas?, será la tragedia de otros… o de todos. Es saber mucho sin saber nada. Desespero, rabia e impotencia de un ser que lucha con un destino ya determinado. En la mayoría de los casos una muerte anunciada, como bien lo diría Gabriel García marques.

No existir de repente, de momento, una vida que se congela para sí y para el resto de la familia, es respirar largo y pausadamente, pues el nudo en la garganta suele desesperarnos. Es saber que todo lo que has hecho y pudiste haber logrado, se esfuma en cuestión de segundos, Pues aquí sólo queda el ahora sin futuro. El presente se muestra en un oscuro rostro de una decisión arbitraria e inhumanaza de personas sin escrúpulos. Así pierdes la noción del tiempo y esperas a que el viento te regrese a tu trabajo, tu monotonía, tu rutina, tu familia, pues eso es lo que amas, y en ese instante pierdes hasta tu identidad. Ahora formas parte de la larga lista de secuestrados, de la paginas rojas de todos los periódicos de tu país.

Dios queda en el aire, aquí ya no decide, ahora son otros los todopoderosos, quienes mandan, quienes deciden, si mereces seguir habitando este mundo. Ante tal situación la fe tambalea y suena contradictoria, resulta producto de la fantasía, y por más que se rece no se encuentra el consuelo deseado. Lagrimas y más lagrimas y al final sentimientos diversos lleno de un enorme vacío. Esperazas desesperanzadas, agonía que crece a medida que avanza el reloj, segundos de preguntas.

Mirando al pasado, te conviertes en un invitado en tus propios recuerdos, una familia que lo espera, imágenes que caen de inmediato al abrir los ojos y entender que su hoy es totalmente ajeno a su ayer. Confinado en el fin del mundo, se acaban los sueños, y las sonrisas llorosas se hacen presente en la nostalgia que deja el tiempo. Así van pasando los días, sin luz, y en la miseria de la clandestinidad. Poco a poco el secuestrado se va del mundo y termina por entregarse de lleno al descaro y tal vez sobre vivencias de los ideales he intereses económicos de sus captores. Morir para beneficiar a otros, saber que tu desgracia proporcionara “Felicidad Material” a seres que tal vez nunca viste. Odio y Amor, dos sentimientos que terminan ahogando a la victima.

Su familia espera un siempre que nunca termina de llegar, un padre, un hijo, una madre, una hermana, una abuela que se disuelve en el repique de un teléfono.

Y que podríamos decir de los secuestradores, tal vez son dioses momentáneos, que logran todo a través del terror y la crueldad de sus actos, esperando resolver sus vidas con el infortinuos de sus semejantes. Quieren ser parte de una sociedad que los juzgan y los rechazan por ser lo que son. Ahora bien el poder y el dinero les darán el estatus económico, para ser parte de aquella farsa por el cual se ven forzados a cometer tan monstruoso delito. Aquí ya nada importa, los corazones se congelan, solo quedan la espera, y los resultados de ser victimas y victimarios.

Será el secuestro el resultado de un Dios soberbio que anda de vacaciones o de la degradación de un sistema social. Podríamos decir realmente porque existe el secuestro, sus razones, sus causas, su función. Será sólo un acto macabro que no tiene principio ni fin…
Al final sólo quedan historias que las absorbe el olvido.
Un adagio español dice:
“Que nos de Dios lo que somos capaces de soportar” y la verdad es, que se soporta más de lo que uno puede.

“Tengo unas ganas terribles de llorar.
Ya no puedo hacerlo,
El problema es no saber.
Es una pesadilla en carne viva, donde nada es comprensible.
Al final de cada día se aprende más y una de las cosas que siempre tendré presente es no volver a hablar del futuro de un padre que no sé si aun existe, de un pasado que ya no es verdad.
Transfigurado por el dolor, de alguien que se fue sin quererse ir.
El tiempo terminará llevando su rumbo, y yo mi agonía.”


Fragmento del diario de un joven que espero a su padre secuestrado, y nunca llego. 23/12/2004.

Por: James Capafho
18/10/2006

¿Quién es James Capafho?

Mi foto
Caracas, Venezuela
No hay nada más importante en mi vida, que escribir y dar a conocer, ese mundo que existe, en cada historia, en cada cuento, y en cada una de nuestras palabras, que pierden la monotonía, por el solo hecho de contarlas.

Agradecimientos



Quiero darles las gracias a todas aquellas personas que han formado parte de mi vida, desde la señora que me cuidaba y hoy no recuerdo su nombre, hasta el señor de las mil preguntas, con sus mil y una respuestas, a todos esos seres que se borraron en el intento. A la abuelita del aeropuerto del Dorado en Bogota, que sin conocerme me auguró un futuro de prosperidad.







Agradezco a esas personas que existieron y luego volaron a otro nivel, pero que antes de partir me brindaron instantes llenos de emociones. A todos aquellos que me remplazaron por otros y a todos aquellos que yo reemplace. A los que me olvidaron y hoy ni siquiera saben mi nombre y a los que yo olvide, con el transcurso del tiempo.







Agradezco a los que me apoyaron desde muy lejos, y hoy en la lejanía del fin del mundo, siguen confiando en mi, deseándome lo mejor. A los que siempre estuvieron y seguirán estando en mi vida de manera perdida, a los que se fueron un día y nunca volvieron, a mis ex amigos, a mis ex compañeros de clases, a mis ex profesores. A las risas, a las burlas, a los chistes sin sentido, quiero que sepan que todo valió la pena, y que todo tenía y debía pasar.







Agradezco a todas esas personas que me quisieron, a los que me quieren y a los que me querrán. A ustedes mis nuevos amigos, que entran en mi vida, para conformar mi presente. Sean todos bienvenidos, que la vida comienza cada cierto tiempo y se reinventa cada vez que lo necesita.



A todos ellos gracias, por contribuir a mi evolución ayudándome a buscarle aquel sentido critico que tiene la vida, y que antes no sabia, fueron ustedes el escalón para llegar. Somos parte de esos momentos, momentos infortunados y felices.



Antes de terminar:



Quisiera retribuirle de alguna manera todo mi afecto, a ese ser que si existió, y que de repente, dejó de estar en mi vida de forma física, para convertirse en un ente especial que sólo yo puedo percibir, gracias por ayudarme a comprender que a veces los seres que más amamos se encuentran con nosotros de manera ausente. Donde quieras que estés, este libro es para ti.







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PRONTO... MIL JUEGOS UN CASTIGO escrito por James Capafho